Casa Mullah o Casa Müller –
En el año de 1976, apareció en un importante periódico de la localidad un reportaje que Earl V. Newland le hizo a uno de los descendientes del primer miembro de la familia Müller que pasó por Panamá, rumbo a California contagiado por la fiebre de oro que se había desatado en ese estado norteamericano, cuando a mediados del siglo pasado se descubrió una gran mina de aquel ambicionado metal. Quedó impresionado con lo poco que alcanzó a ver en este país y al terminar la búsqueda de aquel tesoro, regresó. Era Oscar.
En Panamá se casó. Casualmente el descubrimiento efectuado en California fue la primera razón para la construcción del ferrocarril transístmico Panamá - Colón, por medio del cual y entre otros tránsitos (carga y otro tipo de pasajeros) se agilizó y se le añadió comodidad al viaje en mención.
La compañía citada había adquirido buena cantidad de tierras por lo que Carlos, hijo de Oscar, consiguió que le alquilasen tres lotes con el fin de levantar un edificio en donde existirían 76 apartamentos en los dos pisos superiores (el futuro edificio estaría constituido por cuatro). El inferior lo alquilaría para albergar locales comerciales. Así nació la Casa Müller en el año de 1910.
Miles de trabajadores antillanos que laboraron durante la construcción del Canal, necesitaban viviendas, lo cual dio lugar al nacimiento de los barrios de Calidonia (el cual tenía tan sólo 800 habitantes, cuando el proyecto de la Casa Müller se inició) Río Abajo, El Marañón, San Miguel, El Granillo, Malambo y unos cuantos más.
Teniendo en cuenta que para la época en que la Casa Müller se construyó, no había muchos arquitectos en Panamá, el dueño del proyecto se buscó a una especie de maestro de obras que era conocido, un tal Joaquín Rodríguez Londoño, popularmente como Maicero para que se encargara de tan importante labor. Pero Müller sí le recomendó que deseaba algo parecido al Hotel Tívoli (otra edificación que tampoco, a nuestro humilde juicio, ha debido desaparecer) o sea con corredores amplios, techo alto y demás. Maicero era tableño.
Una vez finalizado todo aquello, en el piso inferior se instaló originalmente una muy pequeña cárcel o centro de detención de mujeres, con su recinto policivo, y una estación de servicios en caso de incendios, muy frecuentes para ese entonces.
Con posterioridad todo aquello se trasladó y se instalaron almacenes de zapatos, la farmacia Boyd y Gaspar Omphroy, tuvo su primer negocio de accesorios de automóviles.
En la fotografía puede verse algunos de los negocios que albergó el edificio, los cuales se instalaron después, al mismo tiempo que en los andenes. Recordemos la venta de ropa, frutas, lotería, limpiabotas, etc.
El Sr. Müller muy curiosamente pero a la vez inteligentemente le daba a los inquilinos un mes gratis si se daban cuenta de algún incendio que empezaba y lo lograban acabar. Esto se convirtió en un arma de doble filo, pues muchos provocaban o fingían la situación a fin de no pagar aun cuando fuera tan sólo un mes de alquiler.
En todo caso en los alrededores de los 65 años que la Casa Müller subsistió no hubo incendio de consideración.
Lo que sí sucedió fue que un sábado de Carnaval, fue tanta la gente que hasta allí se acomodó para observar el desfile que uno de los balcones se cayó, afortunadamente sin víctimas mortales que lamentar.
Algo curioso fue que nadie hablaba de la exacta dirección del edificio (Ave. Central entre calles 22 a 23 y
23 a 24 bis).
Tan sólo con decir Casa Müller hasta el correo o lo que fuera sin preguntar hasta allí podía llegar. Con todo esto hemos dicho, a través de estos escritos, que la Casa Müller no ha debido desaparecer.
Es sólo con sentida emotiva retrospectiva que hemos estimado que esa Casa Müller y otras de los similares iconos arquitectónicos de la época, se deberían haber preservado y no los fueron. En la actualidad hubiese podido haber servido como unas de las maravillas y atractivo turísticos de esa época, ya que estructuras de maderas tan antiguas de ese tamaño no existen hoy en día y una replica tan solo existe en “Mi Pueblito Afro-Antillano.” De hecho, la Casa Muller fue conocida como el edificio residencial más grande hecho de madera y de ese tipo que jamás fue construido en todo el mundo conocido.
En el lado del Océano Atlántico de la ciudad de Colón también tuvimos ese “Leviatán”, que también fue demolida, y en la ciudad estadounidense de Nueva Orleáns otro que antes del reciente Huracán Katrina se perdería. Hubo de esos entonces de la historia edificios similares que inspiraron gran admiración y que fueron como símbolos de una era Panameña y manera más lujosa y artística de ver la vida cotidiana moderna.
En el lugar, donde estuvo ese inmueble, luego fue abierto un almacén llamado Feria Americana, que funcionó desde 2000 hasta 2005. Además hubo casinos alquilados, bares, discotecas y otros comercios.
Tras casi dos millones de dólares invertidos, y participar el mismo Politis en los trabajos de remodelación y restauración, el hotel Casa Miller ya funciona.
El hotel de tres pisos tiene 66 lujosas habitaciones, cada una con cocineta (refrigeradora, microondas, cafetera, estufa y minibar) jacuzzi, sala de eventos, bar restaurante, estacionamientos. Además, tres suites de lujo que costarían desde unos 200 dólares por noche.
Las tarifas van desde $35 a $45 la noche y, según Politis, se hacen tratos con empresas de transporte para hospedar sus empleados y tienen opciones corporativas. Las toallas, sábanas y cubrecamas son importados desde Las Vegas, Nevada
***Serà que el avance desmedido de la modernizaciòn, para beneficios de algunos, està destruyendo nuestro patrimonio històrico?. Serà que la Casa Boyacà le esperaba un cambio tambièn?***