Barlovento, Mano de Tigre y la Puerta de Tierra
El sistema de murallas construido alrededor de esta ciudad tenía un propósito eminentemente militar, a fin de evitar un nuevo ataque de los piratas. Fue así como se construyeron tres poderosos baluartes: Barlovento, Mano de Tigre y la Puerta de Tierra. Esta última tenía la función de entrada y salida de la ciudad hacia el arrabal, como era llamada la ciudad extramuros. Para finales del siglo XVIII se reforzó el frente marino, con la construcción del baluarte y punta de Chiriquí, completado con un sistema de bóvedas.
El baluarte La Mano del Tigre pasa casi desapercibido. Es aquel pedazo de muralla de piedras que se observa al lado de la Plaza Herrera y el edificio la Boyacá, diagonal al American Trade Hotel. Cuesta pensar que una vez fuera parte de la estructura original de la muralla defensiva terrestre de la ciudad de Panamá al ser trasladada de Panamá La Vieja, en 1673, tras el ataque del pirata Henry Morgan.
En la planificación inicial de la ciudad prevaleció lo militar sobre lo civil, que se distingue por su traza reticular, plazas, iglesias, conventos, edificios de gobierno y casas de la élite, que se emplazó dentro de una gran muralla.
EL DISEÑO
Las murallas de la nueva ciudad de Panamá fueron concebidas bajo los criterios de construcción de fortificación abaluartada que estudiaron los ingenieros militares españoles en la Escuela de Milán en el primer tercio del siglo XVII. Era lo que estaba de moda en las construcciones.
Los historiadores afirman que la traza de San Felipe es impensable sin sus murallas, un aspecto determinante del traslado. La muralla comenzó la construcción en 1672, previo a la fundación formal de la nueva ciudad. En un mapa de la ciudad de 1688 se muestra la muralla entera, así como un foso limitado por una contraescarpa. Los mapas de 1716 y 1749 muestran un foso de borde irregular sin un muro de contención. La muralla inicial también tenía muchos tramos de barro, los cuales fueron mejorados en años posteriores.
El nuevo gobernador de Panamá, Antonio Fernández de Córdoba, dio la orden de proceder. Le correspondió ejecutarlo a los ingenieros militares españoles Juan de Betín y Bernardo de Ceballos.
EL BALUARTE
La muralla defensiva terrestre de la ciudad de Panamá tenía tres baluartes. Dos medios baluartes estaban colocados en las entradas de un foso seco, en sus extremos norte y sur: se conocían como Barlovento y San José.
El tercer baluarte era el de Jesús, conocido también como La Mano del Tigre, el baluarte central (ver foto). Sus caras y flancos eran iguales y proporcionados con una forma de diamante cuya punta apuntaba hacia el cerro Ancón y Santa Ana. Esto hacía el baluarte perfecto e impenetrable.
En ese tiempo existían dos grupos, uno en lo que hoy es San Felipe, que era la gente pudiente que estaba dentro del muro, y la otra en la parte norte que es Santa Ana, en donde vivían los trabajadores pobres que solo podían entrar de día a lo que hoy es San Felipe.
Su espacio interno estaba protegido por cinco ángulos y se construyó un cuartel que cubría la defensa principal con una estacada, que era la puerta principal de acceso a la ciudad o Puerta de Tierra. Actualmente, esta es la estructura visible más completa que queda del sistema de fortificaciones urbanos del lado de tierra. Desde allí se podría defender la entrada de la ciudad hasta con 25 cañones.
LA DEFENSA
Los estrategas estaban convencidos –basados en la reciente experiencia que habían tenido con el pirata Morgan– de que las invasiones enemigas se producirían por el Caribe, ingresando por el Chagres e invadiendo la ciudad por la retaguardia, tras ocupar primero el arrabal.
Es decir, que los baluartes protegían a la ciudad no por la parte marina, sino por la parte terrestre. Fuera de ellos había un foso seco o revellín -el espacio entre el baluarte y la Boyacá- para que cayeran los atacantes.
Este foso existía entre la muralla original y su segundo muro de protección, llamado contraescarpa. Este último se puede observar en la pared trasera de la Boyacá.
El espacio entre la Boyacá y el baluarte La Mano del Tigre coincide exactamente con la extensión original del foso seco que protegía la ciudad amurallada.
Según este criterio defensivo, el primer baluarte que atacarían ante una invasión sería por La Mano del Tigre, por lo que este era el más resistente, sólido y el mejor construido.
No se anticipaban ataques por mar, ya que a diferencia del Caribe, el Pacífico americano era un mar controlado por España.
SU DESTRUCCIÓN
En el siglo XIX, con el crecimiento de la ciudad, se destruyen las murallas terrestres mediante ley del 11 de octubre de 1856. Sin embargo, La Mano del Tigre fue comprado por la Compañía del Ferrocarril en 1869 y quedó en pie por muchos años.
Con el tiempo, se demolió gran parte y por encima se construyó la calle Pedro A. Díaz. Este es el único lugar de la nueva ciudad de Panamá donde se puede visualizar la apariencia original del frente de la muralla de tierra, que tenía entre 6 a 12 metros de altura. En 1883, el empresario Ramón Arias Pérez compró la mayor parte del mismo.
La manzana adquirió su forma actual a inicios del siglo XX. Todo el conjunto pasó en 1979 al antiguo Instituto Panameño de Turismo, como un plan de recuperar los restos del baluarte.
Cada estructura en los alrededores tiene su propia historia.El flanco sur del baluarte (el tramo que estaba dentro de la propiedad) fue conservado, aunque el foso fue cubierto y nivelado. Lo que resta del baluarte La Mano del Tigre fue declarado Monumento Nacional mediante el decreto No. 537 del 22 de octubre de 1954.
Desde este espacio se podía defender la ciudad arriba del baluarte y dispararles a quienes querían entrar. Se cree que el baluarte de Jesús se conoce como La Mano del Tigre por su forma cuadrada y ancha.
A pesar de todos los esfuerzos por conservar a salvo la ciudad de los peligros externos, la nueva ciudad fue víctima durante el siglo XVIII de tres incendios grandes que la destruyeron parcialmente y modificaron su estructura inicial. La configuración actual data de finales del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX. Esta reestructuración permite insertar dentro de las ruinas y edificios coloniales, edificaciones neoclásicas, afroantillanas y pequeñas muestras de art deco, lo que lo diferencia de otros cascos antiguos de ciudades como Cartagena de Indias y Quito, las cuales poseen un estilo casi exclusivamente colonial.
Fuente: prensa