10 de enero de 1964 - Cancelación Definitiva del Tratado de 1903
EN EL PERIÓDICO DEL PANAMÁ AMÉRICA:
Es con el dolor de la herida abierta en el alma de la patria que EL PANAMÁ AMÉRICA se asocia a las congojas del pueblo panameño, enlutado por la sevicia irracional de torpes legiones extranjeras. Cuando un pueblo pacífico e indefenso trató de hacer valer en forma simbólica tan sólo, en un gesto de valor de la conciencia nacionalista de la juventud, nuestro derecho inalienable, irrenunciable y absoluto a que el pendón panameño ondee en todo el territorio de la Nación, todo el caudal bélico de los norteamericanos se levantó a su paso, y, en una jornada deshonrosa pisoteó los más sagrados compromisos.
Hondamente conmovidos por el alevoso ataque que las fuerzas armadas del país más poderoso del mundo están cometiendo contra niños, adolescentes, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, sin más arma que su patriotismo, sin más defensa que el lacerante dolor del ultraje inferido a su dignidad nacional; profundamente heridos por la actitud incomprensible de un pueblo amigo y vecino al que siempre hemos ofrecido lealtad y cooperación; amargamente desilusionados por la conducta irresponsable de un ejército que se supone al servicio de los ideales democráticos, venimos a expresar en esta ocasión la enérgica protesta del pueblo panameño ante el continente y ante el mundo por la agresión de que estamos siendo víctimas.
Porque es necesario que la América y el mundo tengan conocimiento cabal de los horrendos sucesos que han tenido por escenario un país pequeño y débil. Es necesario que la expresión del caso, la exposición del suceso, la defensa de nuestra integridad territorial ferozmente violada por las bayonetas y las ametralladoras, por los tanques y los aviones militares de los Estados Unidos, sea hecha con la vigorosa energía, con la gráfica convicción, con la profunda indignación que hoy lastima por igual el corazón de todos los panameños.
Panamá tiene que decir al mundo cómo hemos soportado, durante largos decenios, la injusticia de un convenio tramado en la oscuridad de la noche por negociantes internacionales que se aprovecharon malévolamente de la indefensión de una República en ciernes. Panamá tiene que mostrar ante la faz del universo las hondas heridas que durante más de cincuenta años han ofendido la dignidad de la nación. Panamá tiene que exponer en los organismos internacionales la larga serie de medidas antidemocráticas con que los Estados Unidos han venido explotando nuestros recursos naturales y humanos, imponiendo medidas discriminatorias contra los naturales de una tierra que no les pertenece, atropellando en la carne de nuestro pueblo los más elementales principios de libertad y de justicia.
Es toda una historia de mezquinos egoísmos, de intolerancias, de violaciones al derecho internacional la que acaba de desembocar en los trágicos sucesos que han bañado de sangre inocente nuestra tierra. Hay que relatar la triste verdad de las relaciones entre Panamá y los Estados Unidos desde aquel convenio oprobioso, viciado de nulidad absoluta por su letra ilógica, por su espíritu esclavista, por su significado colonialista, por su expresión violatoria de los más elementales principios de humanidad. Solamente en esa forma lograremos mostrar ante la América y el mundo la verdad completa, de la cual la destrucción y la muerte, la sangre y el dolor que hoy abruman a nuestro país, no es más que la lógica conclusión, la inevitable consecuencia.
De allí la necesidad de que nuestra representación ante el Consejo de Seguridad y ante la Organización de Estados Americanos lleve en el corazón y en la mente el cuadro total de los sucesos que todavía se están desarrollando en esa parte vital de la Patria que es el territorio por donde cruza la vía interoceánica . Panamá tiene que presentar ante esos organismos un retrato fiel de los atropellos contra la enseña patria, del asesinato de los estudiantes, de la masacre de hombres y mujeres, de la invasión de las tropas estadounidenses al territorio nacional. Porque ante esas pruebas y ante esa historia, el mundo entero tendrá que condenar a los Estados Unidos y tendrá que reconocer no solamente la plenitud de nuestros derechos sino también la justicia de nuestras demandas.
Esas demandas sólo podrán ser plenamente satisfechas mediante la cancelación definitiva del ominoso Tratado de 1903 y la fijación de un término perentorio para que la franja canalera vuelva al completo dominio de la República de Panamá, única soberana en ese territorio.
Toca al Ejecutivo, en consulta con los dirigentes cívicos y políticos del país, proclamar oficialmente las aspiraciones integrales del pueblo panameño en relación con la Zona del Canal, a fin de que la lucha por el logro de las reivindicaciones nacionales no se detenga en la simple gestión ante el Consejo de la Organización de Estados Americanos y ante el Consejo de Seguridad.
Página 2 del diario El Panamá América, del 10 de enero de 1964
Nuestra cita con la historia debe concretarse en una demanda oficial dirigida por el Jefe del Estado Panameño al Secretario General de las Naciones Unidas para que en el Programa del próximo período de sesiones de la Asamblea General de esa Organización, se incluya el tema relativo a "la Cuestión de la Zona del Canal de Panamá".
Nuestros mártires estudiantiles, los patriotas que cayeron inmolados por las ráfagas arteras de una soldadesca vengativa, no habrán muerto en vano si la Nación entera, los panameños todos, actuamos unidos en un solo haz para rescatar nuestra soberanía y reclamar justicia para la República, honor para su bandera, respeto para sus instituciones y gloria para los caídos.